Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 2018

23 Noviembre 2018

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha ineludible en nuestra agenda social. Sin embargo, no estamos de celebración, como sí nos ocurre con otras efemérides que no nos gusta que falten en nuestro pequeño mundo virtual.

El 25 N es un día de reivindicación y de necesaria reflexión, un día para renovar nuestro compromiso con la igualdad y con la no violencia.

El 2018 se ha convertido en un año de gran visibilización para el movimiento feminista. Algunas especialistas hablan incluso de que se ha materializado la Cuarta Ola del Feminismo. Sitúan el comienzo en las WomenMarch y el Metoo# de principios de año. Pero el punto de inflexión, especialmente en España, fue la Huelga del 8 marzo y, posteriormente, las reacciones al juicio de La Manada. Y las elecciones norteamericanas parecen confirmar que un nuevo tiempo está en marcha.

Si la sociedad está cada vez más comprometida, ¿Por qué se sigue asesinando a mujeres en todo el mundo? A los números de la tragedia -en lo que va de año, solo en España, son 44 muertas- hay que sumar el de asesinatos de lxs hijxs y familares, además de tantas y tantas denuncias -denuncias que han disminuido respecto al año anterior- por maltratos que no acaban en muerte, imposibles de computar. Y de tantas y tantas agresiones sin denunciar.

Las muertes de lxs pequeñxs, un drama dentro del drama

Por muchas horas de televisión que ocupe un día como este, por muchas campañas que se lleven a cabo, por mucho llamamiento para “celebrar” este 25N, si sigue habiendo asesinadas, el problema no está resuelto, aunque esté en las portadas y en boca de todxs. Hay que entender que no hay violencia pequeña: ni la letra de una canción ni una publicidad en las redes ni un sueldo menor por ser mujer. Todo está relacionado.

La visibilización y el momento, aparentemente dulce para el feminismo, no puede quedarse en campañas carentes de contenido, en buenas voluntades gubernamentales, en programas que invitan a víctimas para escuchar sus testimonios. Nada de esto importa si se sigue justificando el comportamiento celoso, perpetuando los estereotipos de género, si el poder judicial continúa siendo misógino y retrógrado.

Ya está bien de poner  el punto de mira sobre la víctima. Toca girar el objetivo: reeducar, cuestionar, denunciar, juzgar. No quedarse en silencio, no hacer de la violencia algo personal, doméstico, privado. Nos afecta como sociedad y no podemos quedarnos mirando sin actuar.

Las norteamericanas parecen haber entendido que para que las cosas cambien, es necesario ocupar puestos de poder y de responsabilidad. Al menos eso es lo que se deduce de los resultados de las últimas elecciones estadounidenses, donde un centenar de mujeres han entrado en el Congreso, una cifra nunca vista. Algunas que resaltan por su juventud, su origen racial, su religión o su tendencia sexual.

Como decía Lidia Falcón el pasado 16 de noviembre en el Aula de Piedra de la ULPGC, hay que feminizar las fotos del poder, hay que estar donde se decide. Solo así los números negros, los visibles y los invisibles, de asesinatos, de maltratos, de abusos, de familias rotas, podrán ser cosa del pasado.

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